Pensamientos y Emociones. {Nadine}

...
Era lo peor del mundo.

--A dónde vamos, mami?-- Pregunto cuando Marie me levanta con suavidad de la cama, sacándome de mi sueño. Frunzo el ceño y tallo mis ojos antes de poner atención de lo que mi madre hace. Toma ropa y me ayuda a vestirme porque ve lo soñolienta que sigo.

--A dar un paseo--Me mete una blusa color azul y una sudadera de rayas de colores. Suspiro, lo más probable es que sea a Kára y tendré de que esconderme porque nadie cuidará de mí. Mi madre me acomoda los mayones y la falda y yo estiro mi mano para tocar sus cabellos color miel, trenzados en su cabeza con mucho cuidado. Ella se detiene y me mira. El color plateado de sus ojos se revuelve, y me entran ganas de llorar enormes, ella está perdida, pronto sus compañeros se darán cuenta y no sé que será de ella ni de mí. Tal vez me entreguen con mi padre pero estría más sola incluso que con ella. Marie me abraza y yo gimoteo.--Estás herida?-- Niego con la cabeza pero me aferro con fuerza a su calidez, no quiero que me suelte. --Sólo iremos al bosque de los destellos.-- Intento sonreír cuando la miro pero los sentimientos de Odette me invaden. Ahí de cerca está la frontera, justo donde no está electrificado y por donde yo suelo sentarme cuando estoy sola a ver si puedo ver un humano.

Llevo mi mochila puesta, traigo conmigo unas manzanas, agua y pastelitos en unos botes cuadrados a los que Marie les da el nombre de topers. Me sujeto a ella con una mano y en la otra cargo a Pinky, mi conejo. Llegamos al prado en medio del bosque, a pie, porque de hecho nos queda muy cerca de nuestra casa y es fácil orientarse para regresar. Corro a sentarme en el centro y suelto a Pinky, volteo a mirar sonriendo a mi madre y ella no me mira a mí sino al camino hacia la frontera. --Ven a sentarte mami--Ella se acerca a mí y me acaricia los cabellos por un momento, pero sin apartar la vista al camino.

--Volveré más tarde.-- Entonces sigue el camino y yo miro como se va, con el corazón latiendome tan fuerte que es lo único que puedo escuchar. Mi labio comienza a temblar y mi suspiro suena doloroso. Pinky se sube en mi regazo y aprieta su nariz contra mi estómago, le acaricio la cabeza y lo bajo para que ande cerca.

Deberías estar más atenta, cariño.
Me decia a mi misma, o al menos eso era lo que contaba, yo suspiré algo cansada, de hacer nada lo que era bastante raro, levanté mi cabeza y mire al cielo, un lindo día, lo que a mi anfitriona odiaba y detestaba, me preguntaba el porque, siendo que el sol aportaba a la vitamina D, era sano en sus medidas equilibradas.
Odio el sol...Me gusta el invierno.
Alcé una ceja, algo confundida, creí que a los humanos le gustaba el verano, el sol, andar libres sin tanta ropa y no con olor a humedad, lo que hacia el invierno, mi anfitriona solo acudía al sarcasmo sobre mis pocas experiencias en la tierra, me mordí el labio inferior Rain volvió a bufar, creo que algo molesta.
-Que gruñona eres...- dije en un suave susurro, refiriendome a ella.-
No sabes lo que no es poder controlarte...
-Pero deberías de estar más tranquila. Ya volverás a ver a Rainbow, te lo aseguro. La cuidaré como si fuera mi hermana de verdad. - comprendi de manera suave, me levanté nuevamente y sacudí mis jeans y acomodé mi cabello, me incline a recoger la mochila y comenzar a caminar con tranquilidad, bajando los lentes de sol para proteger mis ojos.
Le llegas a hacer daño, y cuando menos lo esperes haré que te maten, entiendes?
Me dio un escalofrío que recorrió mis vertebras, y trague con dificultad, tenia miedo de lo que era capaz, de matarnos y dejar a la pequeña sola, por culpa del egoísmo que tenia conmigo, me mordí el labio nuevamente y paré de repente.
-estás dispuesta a sacrificarnos por tu egoísmo? estás loca? - pregunté algo hiper-ventilada, me causaba un horror terrible ver un cuchillo en mi estómago, se me revolvió el estomago al pensar en mi sangre derramada.
Seguí caminando, ya algo mareada por el pensamiento, ya no tenia ganas de comer algo por culpa de Rain, mi paso era pausado pero a grandes zancadas, hasta que al frente comencé a ver un prado bastante grande, una linda vista en realidad, ya comprendía porque el bosque de los mil destellos, era una obra de la naturaleza digna de disfrutar.
Mientras me iba acercando comencé a diferenciar una pequeña figura, de pelo castaño que era un infante.
Una Niña...Escóndete
-Es una niña, de que debería esconderme? - susurré como si fuera lo más onvio del mundo, mi anfitriona solo bufó molesta y se quedó en silencio, expectante al igual que yo sobre la niña, me acerqué a paso lento hacia ella, cruzando el prado y manteniendo una sonrisita cálida hacia ella, parece haber estado haciendo un puchero, tenia los ojos llorosos y tenia un conejito recostado en su regazo.
Miré hacia los lados, buscando alguna figura materna que se encargaría de la pequeña, pero no habia rastros de alguna, me extrañe un poco y me senté al frente de ella, con una sonrisita maternal y acomodando mi mochila en mi regazo.
-Pequeña, y tu mami? - pregunté con suavidad, miré directamente a sus ojos y respondí a nuestras dudas internas, era un alma, más raro se hacia estando abandonada aqui, con una mochila y su conejo.
Ten cuidado, puede que hayan humanos cerca...
están a las afueras, detras de la cerca electrica Rain, no te preocupes...

Pinky obedece después de dos empujones en la cabeza para hacerlo retroceder. Se niega a dejar mi regazo porque está asustado. --Yo no te dejaré como Marie.-- Le digo con un nudo en la garganta, con los ojos llorosos pero conteniendome, suprimiendo a la sentimental Odette. Pinky hecha una carrera hacia el frente, directo a atacar a los dientes de león. Sus semillas salen volando y se elevan con el aire, el viento los trae cerca de mí y levanto la mano para sentir el contacto suave. Me gustan las semillas de los dientes de león, me gusta ver la flor amarilla retoñar, mientras que a Pinky le gusta darle mordicos a sus troncos y patearles para que las semillas se eleven.

Miro el rumbo de las semillas que han volado más alto, el sol que entra entre las copas de los árboles me calienta la piel, pues donde estoy, a mitad del claro, la luz aún no alcanza. Debe ser demasiado temprano. Aliso mi falda y me quito de la espalda la mochila, me la pongo al frente y la abro, buscando un pastelillo. Sonrío fugazmente al ver el adornado. Lo ha hecho mi padre. Aunque él esté menos tiempo conmigo, es más que detallista y me da tantos regalos que me permito pensar cómo sería estar solo con él. El pastelito tiene untada una capa de crema pastelera y sobre ella tiene una imagen de chocolate de una figura que mi padre me ha enseñado que se llama corazón. Las chispas de chocolate se expanden sobre lo demás y empiezo a quitar una por una, llevándolas directo a mi boca, mirando de vez en cuando en dirección a Pinky.

Pongo mi pastelito de lado cuando Pinky viene corriendo y chillando hacia mí. Se tumba en mi regazo y yo logro ver a lo lejos una cabellera rubia. Al inicio me da una punzada de horror, pero recuerdo que la frontera está a mi espalda y no a mi frente. Me permito examinarla mientras se acerca a mí. Se ve más joven que Marie y es mucho más bonita. Además parece agradable porque me sonríe. Claro que va a ser agradable. Me digo a mí misma; Todos aquí somos almas en cuerpos humanos. Le sonrío de medio lado, apenas perceptiblemente. Ella mira a los lados y yo me preocupo por mi madre. Si alguien del consejo se enterara si quiera de que Marie me deja sola, (porque no contrata una cuidadora para mi) no sé que harían con nosotras. De hecho Odette me transmite una oleada de terror hacia el consejo porque ellos fueron quienes decidieron tomar su cuerpo para mí. Se me revuelve el estómago y tengo que permitir que Pinky muerda con medida fuerza mi dedo para recordarme que yo no corro peligro.

Ella se sienta frente a mí y yo clavo la mirada en sus ojos, que cambian alternativamente el color plateado, con el caramelo. No puedo evitar quedarme bobada, no sé si así se ven los ojos de mi madre, nunca he podido mirarla por más de tres segundos sin que me haga comer, o me mande a lavar o me meta un suéter por la cabeza para traerme aquí como tapadera. Ella también mira mis ojos y me siento cohibida, mis mejillas se llenan de rubor.--Ha olvidado una cosa..-- Respondo apartando mi mirada para dejarla en Pinky, quien me mira esperanod la huida o algo parecido, ese conejo es el animal más cobarde que he visto nunca le asusta todo, pero así con eso, me siento identificada con él.

Me siento mla por mentir, pero a pesar de todo, aunque esté abandonada por Marie, nunca diré nada que le haga correr peligro. Porque yo la amaba muchísimo desde que entré a este cuerpo y me cargó en sus brazos durante tres años, en los que no podía aplacar los recuerdos de Odette y me veía siendo atrapada por redes como a un animal salvaje.